jueves, 3 de enero de 2013



La flora, en el Llano en llamas


Juan Rulfo nos lleva en su libro de cuentos “El Llano en llamas por un camino tormentoso, nuestro territorio mexicano, este territorio árido, pero poco conocido por la mayoría de los mexicanos.
Nos muestra senderos donde pocos se atreven a transitar, tierra seca, donde la vegetación, nos muestra un panorama hostil a los seres vivientes que habitan en él.
Los que ahí habitan, tienen la necesidad de ingerir algunas plantas comestibles con sabores desagradables, salvo el poco maíz ahí cultivado, donde los ríos que aparecen en el ambiente son considerados casi un oasis por sus personajes.
El dolor de la pobreza se mezcla con la vista del paisaje alrededor de los protagonistas.
En los paisajes que podemos ver a lo largo de cada uno de los cuentos podemos encontrar una variedad de vegetación, que solo, o en su mayoría se encuentra en los lugares de tierra seca, sin vida o tratando de vivir lo más posible.
Las yerbas bajas con espinas sirven para que los delincuentes se oculten de sus perseguidores, y por su camino el personaje se va encontrando con obstáculos como pueden ser las ramas rotas que están por el camino que transita.
En medio de la travesía nos podemos encontrar con palos guajes sin hojas, caminos tortuosos y llenos de olvido, como las personas que andan por esas tierras; podemos ver que en ellas se encuentran espinas, espigas secas y silvestres.
En el río podemos encontrar sabinos florecidos los cuales se tiñen de amarillo, dan cuenta de su color por la cercanía del río, podemos ver yedra que baja desde los altos sabinos y se hunde en el agua, en ese tipo de campo no se encuentra nada que comer más que puros yerbajos o también se pueden comer flores de obelisco para entretener el hambre.
Podemos encontrarnos todo tipo de ramas llamadas de diferente manera cada una, como por ejemplo las ramas de huizache, las marañas de los tepemezquites o tener que quemar el Cuastecomate para tener un espacio libre para jugar el toro, o teniendo que hacerse camino entre los madroños, o teniendo que comer solo verdolagas que es la yerbita que se encuentra en el camino; sintiendo como el viento sopla llevándose la tierra seca, también podemos encontrar en ese lugar dulcamaras, esas plantitas tristes, que apenas si pueden vivir un poco untadas en la tierra; escondidas entre las piedras florece el chicalote con sus amapolas blancas, pero al igual que las anteriores pronto se marchitan.
El agua del río hace ruido al tocar con sus aguas las ramas de los camichines, y el aire moviendo suculentamente las hojas de los almendros, y ahí comenzaba a crecer la milpa para después darles maíz seco a los puercos flacos.
Allá donde no se da nada encontraras una yerba con la que solo podrás probar mezcal con una yerba llamada hojasé, que cuando te tomas los primeros tragos estarás dando pronto de volteretas.
Este lugar parece haber sido credo para castigar a la gente que debe pagar un karma de vidas pasadas, y ese mismo lugar es en la actualidad en el que viven muchas personas, donde el único pecado cometido es haber nacido en esa tierra de pobreza.
Cualquier parecido con la realidad actual es mera coincidencia.  

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